La cosa hoy va de un pasaporte, el mío. Cuando empecé con este proyecto cibernético, una mezcla entre cuaderno de bitácora o diario de a bordo, libretilla de expresiones varias y guía de rutas y caminos…….lo pueden definir como quieran……pues nunca pensé que me fuera a traer tantas cositas buenas. Entre esas recompensas se encuentra la risa, el bienestar de recordar rincones del mundo por los que he pasado y detalles que, si no hubieran sido registrados, se me hubieran olvidado casi seguro. Para viajar, casi siempre es necesario un pasaporte y aunque muchos se piensen que en este blog se puede tramitar este documento…nada más lejos de la realidad. Hoy quiero hablarles de eso, de los pasaportes y de las risas que me he pegado gracias a ellos.
A raíz de esta noticia, que me ha pasado una de mis amigas y compañera infatigable viajera, Patricia, he reflexionado sobre lo importante que es reírse de uno mismo. Y la verdad es que, en este caso, no solo me he reído sino que he pensado que estamos llegando a unos extremos en esto de la imagen que roza la ridiculez. No sabemos, yo al menos, en qué momento el postureo ha llegado a todos los rincones de la existencia humana.
Después de pasearlo por varias partes del mundo, el pasado mes de julio me di cuenta de que tenía mipasaporte caducado. Oh!! Horror!!! Mi salvoconducto más preciado caducado, sin vigencia y con el tiempo justo para poder renovarlo.
No sé dónde se encuentran ustedes, que me leen interesados o simplemente por curiosidad, pero el caso es que en mi isla, Tenerife, cuando llega el verano parece que todo el mundo se percata que tiene el pasaporte caducado y ante el temor de que nos surja algún viaje imprevisto, todo el mundo se lanza en masa a las oficinas de la Policía Nacional para renovarlo. Cuando llegan allí, un funcionario, normalmente entrado en años y con cierto hartazgo vital, te indica con tono monótono: “Señorita, saque usted cita por internet y venga entonces”. Y como Murphy existe y lo conozco, esa cita suele coincidir con algunos semanas posteriores a la fecha de tu viaje previsto…jejejeje.
El caso es que cuando me di cuenta de que tenía mipasaporte caducado, me pido la cita y me pongo enferma. No iba a dejar pasar mi turno y, con cara de culo, me presenté en la comisaría. Eso sí. Después de leer los requisitos, las tasas y todo lo demás, me llevé una fotito de carné que tenía de cuando me hice el Documento Nacional de Identidad, en la que estaba bastante más decente de lo habitual. Justamente, por aquel entonces, había salido de la peluquería, momento veraniego y bronceado….buen talante. Vamos, que una sabe cuando está bien y cuando no…
Comisaría Pérez de Ayala. Santa Cruz de Tenerife. Pleno julio, calor, de baja laboral, cara de «cartón meao», lo que ahora se denomina en las redes sociales #caritalavada. Pero, eso sí, con mi superfoto en la cartera. Y cuando llega mi turno, la funcionaria pega la foto en el cartoncito, muy amable. Hablamos, mientras tanto, de viajes, de anécdotas vacacionales. Todo perfecto hasta que me dice: «¡Uy! esta foto no me vale!». «¿por qué?»-con cara de susto pregunto yo. «Porque es la misma que la del DNI y tiene más de 2 años»-responde. ¡Dios Santo! (pienso…). «Vaya usted al bar de enfrente, si no ha cerrado ya, y aproveche un FotoMatón. Por 5 euros le sacarán algunas fotos».
Mi anterior pasaporte, previo a un tratamiento de ortodoncia, ya tuvo momento recuerdo. Me dijeron que en mi foto estaba muy sonriente. Demasiado sonriente. Excesivamente sonriente. Y yo les contesté: «¿Quieren que me saque una foto de morros?». Les dije hace 10 años que yo me reía así, y que si no les gustaba…no había alternativa. Nunca pensé que la cosa podría empeorar una década después.
Me eché unas risas y les dije: «¿pero ustedes me han visto la cara?». En la época del postureo máximo, de la exhibición cibernética sin pudor….me iba a tener que sacar una foto sin un fisco de cubreojeras, un poco de rubor (palabra que uso en honor a mi madre que es una mujer de bandera…guapa… guapa y guapa…). En fin. Ni fisco de brillo labial. Y encima me decían que me quitara el flequillo de la frente…que se me tenía que ver bien el careto!!! . ¡¡¡My GOD!!!.
Me voy al bar de al lado y el camarero me indicó el lugar de la endiablada maquinita. Tomo asiento y no había por donde tirar. Repetí las fotos tres veces y… ¡¡¡no había una decente!!!!.
Cuando llegué a la comisaría les dije a los policías que ellos y solo ellos serían los responsables de que no me dejaran entrar en algún país perdido del mundo. A ver qué cuento yo en esos aeropuertos internacionales. Parezco una enferma de tisis (con todos mis respeto para los tísicos).
Esa tarde me eché unas risas con mi familia y amigas. Conclusión. Si no quieres salir como un cuadro, tienes que ir natural pero estudiada, con un poco de tonito, vamos…..en condiciones. Ahora, tendré mi fotobirria hasta dentro de 10 años en mipasaporte. ¿Lo mejor?. Las carcajadas de mi madre, mi sonrisa cada vez que recuerdo el momento. En el fondo se trata solo de una anécdota porque soy presumida y coqueta pero sin rozar la obsesión. Lo que tenía claro es que quería tener mipasaporte en regla, porque al final, lo que me llena la vida es lo que disfruto, las vivencias y experiencias que van más allá del maquillaje y las apariencias.
Aquí les dejo lo que le ocurrió a esta chica con su foto del pasaporte. Seguro que ustedes tienen mil anécdotas con las fotografías de documentos oficiales….¿las comparten conmigo? Reírse de uno mismo es una buena terapia. ¿No creen?.
«…lo que me llena la vida es lo que disfruto, las experiencias que van más allá de las apariencias…»
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Jajajajajaja que bueno.
Como conclusión después de LAS RISAS, me quedo con la frase final ….»…..experiencias que van más allá de las apariencias….»
Si es eso lo importante! Un abrazo
Jajaja fantástico Lidia. En medio del día a día, me has hecho reír. ¡Qué mejor regalo…! Grcs.
Gracias a ti por las risas!