Garachico es un pequeño núcleo poblacional del norte de Tenerife. Está asentando prácticamente sobre el terreno que el volcán le ganó al mar. Es, como su propio nombre indica, chiquito, pero desde luego tiene un montón de pequeños rincones por descubrir. Todo el pueblo es un espacio muy agradable, con una arquitectura muy cuidada que bien vale al menos una visita. Hoy les propongo un paseo entre los dos muelles. Entre el nuevo y el más antiguo. Un par de siglos de diferencia entre uno y otro, nos permitirán un paseo a lo largo de la historia y todo en tan solo 1 kilómetro y medio.
Se trata de un espacio inaugurado en 2012. Es un puerto moderno y cómodo para los que tienen que atracar un barco en el norte de Tenerife pero también es un lugar estupendo para dar un paseo, para caminar y para descansar al abrigo del hormigón. Tiene algunas esculturas curiosas y desde aquí, dejando nuestro vehículo en la zona de aparcamiento, será nuestro punto de partida para dar este paseo hasta el segundo muelle, el más antiguo. Vamos a caminar justo al lado del mar, por la Avenida Adolfo Suárez.
Si elevamos nuestra mirada nada más salir del Puerto lo encontraremos elevado sobre una pequeña montaña. Ahora mismo es un geriátrico pero en su día fue un hospital. Justo ahí nací yo, al ladito del mar. Antiguamente fue un convento en el siglo XVI. Se encuentra muy bien conservado y si se desvían un poco y suben al patio se quedarán maravillados con la paz que se respira en su jardín. Un buen sitio para nacer.
Seguimos nuestro recorrido por la Avenida Adolfo Suárez y encontraremos el Campo de Fútbol municipal. No se pierdan el detalle de sus muros redondeados para evitar los embates del oleaje. Garachico es uno de esos sitios con los que el mar se pone más fiero. Tanto es así que esos muros han sido remodelados en cientos de ocasiones cuando sube la marea. La avenida por la que caminan se debe al empeño del ex presidente Adolfo Suárez y el que fuera alcalde de la Villa y Puerto, Lorenzo Dorta, gran político y excelente persona. Un simple apunte.
Es el emblema de Garachico y creo que me atrevería a afirmar que es la roca más fotografíada de Tenerife después de los Roques de García en el Teide. Toda mi vida he pensado que el Roque era una especie de bomba volcánica que llegó brincando en la violenta erupción que sepultó el pueblo en 1706 pero no. Resulta que es un islote, que ya estaba antes y que terminó por aislarse al retraerse la costa por efectos de la erosión. Es Monumento Natural Protegido y en él reinan las aves marinas y los reptiles. Está a 300 metros de la costa. ¡Lo verás sin problemas!.
Seguimos caminando y dejamos atrás la Avenida Adolfo Suárez para adentrarnos en la Tóme Cano. Garachico cuenta con varios espacios de baño en la costa pero este es uno de los más importantes. Se trata de un complejo de piscinas naturales, creadas por el propio paso del tiempo y la caprichosa orografía volcánica. Se puede nadar, se puede tomar el sol y siempre con agua salada que se cuela entre las piedras formando riachuelos graciosos. No recomendable cuando el mar está furioso.
Testigo fiel de innumerables marejadas, defensa del pueblo y muestra indeleble del paso del tiempo, este castillo sirvió para defender la Villa y Puerto de piratas y corsarios. Ahora nos da risa pensar que un edificio tan pequeño pudo servir de tanto, pero debe ser que no se necesitaba mucho más que sus muros de piedra oscura. Empezó a ser construido en 1575 y es el mejor conservado de la isla. Se puede visitar y subir a sus torreones desde donde pueden otear el horizonte… a ver si descubren algún pirata tuerto y con perilla.
Poco a poco llegamos al muelle antiguo. Pero antes de descansar en las viejas piedras echamos un vistazo a la antigua empaquetadora de plátanos. No se la pierdan porque posiblemente estén ante uno de los proyectos futuros de rehabilitación más importantes de Garachico. Este inmueble, que aún permanece en pie, es un ejemplo de lo relevante que fue la Villa y Puerto como zona comercial en el siglo XVI. Estas naves y la vieja grúa son muy importantes dentro del conjunto del viejo muelle.
Y llegamos a nuestro destino. Un kilómetro y medio después. Un paseo agradable al lado del mar. Nos encontramos un espacio que alberga ya muy pocos barcos, por no decir ninguno. Ahora hay un parque infantil, varios restaurantes y chiringuitos de comida más o menos rápida y una magnífica escultura. Puerta sin puerta, abierta al mar, Tensei Tenmoku. Kan Yasuda, su autor japonés, nunca habría imaginado cuántas cosas, emociones y sensaciones suscita su obra ubicada en este rincón frente al mar infinito. A mí, personalmente, me alucina.
Este es un recorrido corto, que puede hacer cualquiera. Pero además les recomiendo adentrarse “tierra adentro” donde les esperan callejones llenos de encanto, parques y plazas que aún destilan arte y solera. Garachico es una joya en la que se pueden quedar a dormir porque cuenta con hoteles y apartamentos. Para comer, les recomiendo las pizzerías y las areperas.
«…un recorrido de muelle a muelle, del siglo XVI al siglo XXI…»
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