Es una de las fiestas más importantes de Canarias y, pese a quien le pese, creo que el de Tenerife es el mejor carnaval de toda España. Cuando llega febrero se mete una jurguilla en el cuerpo. Esa divertida sensación de querer sacar los disfraces que durante todo un año han esperado pacientemente en la caja del garaje. Desde que los escaparates comienzan a vestirse con alegorías fantásticas y brillos, tu cabeza empieza a darle vueltas a un posible disfraz. Lo comentas con los amigos y compañeros del trabajo, explota la creatividad y tratas de buscar la combinación perfecta para lograr ataviarte con algo que sea a la par divertido y original. «Que nos de juego», decimos….»Que se pueda vacilar con todo el mundo».
Los preparativos son tan excitantes como el propio carnaval en sí. Desde luego, mi gusto por los carnavales está la cuna. Toda mi vida he asociado febrero a esta fiesta y he tenido, como todos, febreros muy malos en mi vida. A pesar de todo no me he perdido uno. Desde pequeña recuerdo el tacto frío de la tela de raso mientras mi madre me probaba el disfraz. ¿Cuántas puntadas al caer la noche, hilo y dedal en ristre…., cuántos disfraces nos ha hecho mi madre a lo largo de toda nuestra vida….?
Pues la verdad es que he perdido la cuenta. Siempre apurando hasta último momento, bien porque no encontrábamos el diseño perfecto o bien porque no llegaba aquella tela que queríamos. Ya, siendo adulta, cada uno se busca la vida como puede y, como no heredé de mi madre sus manitas para mis labores como ama de casa, aquí las tiendas de los chinos, son fantásticas. Algo barato, rápido, sin molestar a las madres costureras.
En mi casa, o la que fuera mi casa, hay un gran baúl….(de alguien que emigró y parece ser, volvió) repleto de disfraces. Son sencillos, sin muchas florituras, con poca lentejuela y ya, con el paso del tiempo, poco brillo. Si decimos de bajarla de su lugar habitual mi madre entra en cólera porque sabe que durante al menos un mes, la casa estará patas arriba. Cuando esa maletona se abre, de su interior sale de todo. Te puedes encontrar a una bailarina zíngara, un preso a rayas, un bebé con gigantismo que se debate a brazo partido con una negra zumbona….bueno, muchas negras, porque a lo largo de más de 40 años ha habido negras de todas las razas y tonalidades. Bailarinas can-can que brincan con medias de encaje ante los ojos atónitos de ingenuos payasos. Cocineras, huevos fritos del fieltro, señoras de los 60. Un completo muestrario de cabellos con pelucas de todos los colores. Complementos de todas las épocas.
Cuando era pequeña también nos vestíamos de mascaritas. Nos escondíamos bajo una careta y bromeábamos con todo el pasara a nuestro lado. El día ideal era el lunes de Carnaval o incluso el Martes. En el Entierro de la Sardina también dábamos rienda suelta al vacilón con los llantos incontenibles. Siempre me gustó llevar careta a pesar de que llevaba gafas y, con el calor, se me empañaban los cristales.
Nunca me olvidaré el momento sauna de un año en el que se nos ocurrió disfrazarnos de muñecos de nieve. !!Dios santo! Muñeco de nieve en Canarias!!! Es una costumbre que se perdió pero que un grupo de mujeres de cierta edad, entre las que se incluye mi madre, recuperaron hace unos años. La gracia y el salero de la mascarita. Salían con un cesto, vestidos de viejitas y pedían huevos por las casas.
Yo hace mucho que no me meto bajo una careta o antifaz, pero recuerdo esos momentos de mi infancia en Icod de los Vinos con cariño. Luego, como es normal, uno va creciendo y amplía ese radio de libertad que le permiten los padres. Con 17 o así….descubrí los carnavales de Santa Cruz de Tenerife y desde entonces…hasta ahora. Solo tuve algún paréntesis en medio, cuando estudiaba Periodismo. !!!5 años sin mis carnavales!!! Miento. Un año ahorré (no se cómo…) y me presenté en mi casa para unos carnavales chicharreros. Mi madre casi se cae cuando abrió la puerta. 4. Fueron 4 años sin mis carnavales pero, aún así, me disfracé. Un año en Ciudad Rodrigo, en Salamanca y el resto fue una completa, pero divertida, improvisación…..
El carnaval evoluciona con el paso del tiempo y cada momento tiene su característica. Seguro que encontramos personas que critican esa transformación pero es cuestión de gustos y, como no, de la capacidad de adaptación de cada uno. La fiesta es, desde luego un negocio que aún, desde mi punto de vista, está sin explotar. Cada mes de febrero se llenan los hoteles, los locales y restaurantes recaudan el doble y los comercios, también los chinos, venden cantidades ingentes de telas, complementos y miles y miles de pequeñas lentejuelas de infinitos colores. Y algo similar ocurre en todas las islas aunque es verdad que cada una tiene su idiosincrasia y su particular forma de vivir la fiesta.
Los carnavales visibles son los que nos mueven a todos los comunes, al populacho, pero hay un movimiento mucho más complejo detrás, que aguantan solo los inmortales, los que de verdad maman y viven la fiesta. Desde que acaba la Navidad o incluso antes, miles de personas se embarcan en los ensayos, en la confección de las fantasías, en los preparativos, en los diseños. Las murgas, las comparsas, las agrupaciones coreográficas, las rondallas, las aspirantes a reinas…en definitiva, el carnaval de escenario, el de concurso, el que mueve a miles y miles de fanáticos carnavaleros. Luego estamos los demás, los que disfrutamos con la peluca, con el disfraz del rastro, con la pestaña postiza y los que ganamos años de vida a golpe de batucada.
En los últimos años se ha apostado por el carnaval de Día, el de Piñata. Ha sido un rotundo éxito y no limita la fiesta a los adultos. Da gusto ver a familias enteras disfrutar de sus disfraces bajo el sol. El carnaval de Tenerife es un carnaval para todos. Para mayores y también para que los bebés vayan tomando conciencia de la fiesta, una celebración que, por cierto, con el paso del tiempo, va subiendo ciudad arriba. Recuerdo de jovencita el límite del mar y el muelle, donde se ubican todos los kioscos…..y ya estamos por la Plaza Weyler, donde disfruto como una enana y donde cada noche te encuentras a todo el mundo. Cada uno con su costumbre y sus preferencias. Un bocata de tortilla en la Garriga, unas copichuelas en el Platillo Volante, damos un volteo por el Águila y cuando tengas los pies reventados de tanto bailar y te vayas a casa, te mandas para desayunar un perrito caliente (como dice mi amiga ME con salchicha de la roja) en el Mister Smile.
Si quieren disfrutar de unos carnavales divertidos tendrán que hacerlo en el momento en el que la fiesta sale a la calle. Es ahí cuando se vive el esplendor de la carnestolenda, que ya citaba Valle-Inclán…. (este señor tuvo que ser listo, desde luego). Con la Cabalgata Anunciadora, los ganadores salen a la calle, con sus premios y sus brillores. Luego se mezclan con los mortales, los que no acumulamos premios sino disfraces en la caja del garaje. Juntos bailan, beben y ríen. Mortales, políticos, pijos, empresarios, empleados, locales, extranjeros, mayores, niños, sabios y quinquis. Y yo. También yo. Todos se mezclan al son de la música más pachanguera porque en carnavales no somos exquisitos con lo que suena. Al final es una amalgama de almas con las mismas ganas y las mismas pretensiones. No se distinguen clases sociales ni status. Todos vamos disfrazados y a todos se nos moja la peluca si comienza a llover. Disfruten del CARNAVAL con mayúsculas, el de Tenerife.
«…explota la creatividad y tratas de buscar la combinación perfecta para lograr ataviarte con algo que sea a la par divertido y original…»
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Que ganas me están dando de echarme a la calle con mi disfraz, tús palabras animan a hacerlo!!!!!
El próximo año tendremos una nueva oportunidad. Seguro que sí. Un beso
Que realidad la nuestra,canarios Carnavaleros,algunas como yo ya no salimos,pero queda en la sangre,veo la gala de la reina y la retransmito en tres chat de WatApp. Un año viví en Mallorca y con una cortina disfrace a mi marido,la gente alucinaba . Que recuerdos vividos y disfrutados,me ha traído tu artículo. Gracias
Gracias a tí por tus lecturas!!!! y a disfrutar de los carnavales
Y las plumas, lentejuelas, pestañas y brillos que quedan por perder!!!
Eso forma parte también de la idiosincrasia del carnaval. Perder las lentejuelas pero nunca el brillo y la chispa!!!!