Slow….slow…..Yo no sé ustedes, pero yo soy una mujer a contrarreloj en todos los sentidos. Tengo un trabajo estresante que exige prácticamente a diario el máximo de celeridad. Aprovecho el minuto de cada hora con el afán de explotar el tiempo, mi tiempo. Mi familia dice que soy experta en optimizar recursos y que le saco partido a cada uno de los segundos pero también me critican que voy demasiado rápido, que no paro, que no tengo paciencia y que debería frenar un poco. Lo bueno es que, también hay algunos que dicen que no se me nota esa premura, aunque en el fondo, creo que no me han mirado demasiado bien (jejejeje).
Yo creo que al final es la formación propia de mi personalidad junto con mi vida cotidiana. Somos lo que hacemos, lo que vivimos y las experiencias que nos tocan de cerca.
Por eso hoy me doy una vuelta por este tipo de viajes al que, aún practicándolo, nunca le había puesto nombre (a pesar de que ya alguien se había adelantado). Slow Travel. Se trata de aquellas vacaciones en las que las prisas se dejan a un lado y se intenta entrar en contacto con el lugar de destino a fondo y sobre todo con sus habitantes. Son viajes pausados, sin los agobios de las visitas a los grandes monumentos, sin el corre corre de los tours organizados, masificados y cansinos.
El movimiento slow no es nuevo. Todo lo contrario. Dicen que ya en los años cincuenta, en pleno crecimiento de la comida rápida, surgen los contrarios a las prisas para promover algo distinto: la digestión lenta de los platos de siempre.
Aplicado a la comida, slow food, pero también a los desplazamientos e incluso a los hoteles. Lugares con encanto fuera de los grandes circuitos vacacionales. Lugares en los que se promueve la familiaridad, la comida local, típica y casera.
Se pone de moda lo cercano, la calma y la tranquilidad de visitar los rincones sin la presión de la prisa que nos pide el guía de turno. Son las también slow cities. Pequeñas localidades que apuestan por lo tradicional. Municipios de pocos habitantes que se pueden visitar sin la necesidad de demasiada planificación.
Muy de moda también los slow markets. Lugares en los que se escapa del consumismo exacerbado para dar paso a la compra racional y sin irritaciones, con piezas únicas en las que los artesanos cobran relevancia. Materiales reciclados, sostenibles y cuidadosos. A veces excesivamente caros pero, ciertamente, diferentes. Mercados que se visitan despacio en los que no solo hay textil sino que también hay alimentos cocinados a fuego lento. Recetas que se guardan con recelo, productos cosechados por el agricultor. Poner en valor los sabores, las texturas, la calidad de esos productos y el esmero que se ha aplicado a la hora de elaborar esos platos.
La idea de este post precisamente me vino en el Phe Market, festival de música indie de Puerto de la Cruz, en Tenerife. Tendencias, marcas, productos especiales con carácter propio. Propios, únicos y diferentes. Cosas bonitas en un rincón al aire libre, con una estética reciclada y con una decoración soft.
En muchos viajes me he encontrado rincones y mercados que promulgan la «lentitud» de la mirada como bandera de identificación. Sobre todo en países centroeuropeos. Tiendas coquetas que nos recuerdan nuestra infancia. Productos que se caracterizan por ser elaborados a mano, con materiales orgánicos. Son de esos pequeños lugares que entras y piensas: «!Qué cuco!».
En definitiva, el slow es algo más que un adjetivo en inglés. Es una forma de disfrutar de lo que hacemos, de lo que comemos, de lo que escuchamos y también de lo que adquirimos y consumimos. Está de moda el movimiento pausado de las cosas en medio de un mundo que corre, corre hasta decir basta.
Un amigo me decía esta misma tarde que podría escuchar unos post de meditación de apenas 10 minutos en internet. «Te vendrán bien»-me aconsejaba. Creo que tiene razón. Necesario frenar. Necesario disfrutar más de las cosas. Ser consciente de la respiración que me da la vida. Recomendación: parar un momento al día para poder tomar impulso y seguir… seguir corriendo. Pero hay que parar y en vacaciones, slow travel, esa recomendación se convierte en obligación.
«…las prisas se dejan a un lado, se intenta entrar en contacto con el lugar de destino…»
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Qué bonita entrada, me ha encantado!! Totalmente de acuerdo, hay que parar un poco, para continuar..
Feliz semana!!
Besitos
Gracias Ana!!!! Parar para tomar impulso!abrazo!