Es, sin duda, uno de los destinos de moda. Desde hace algunos años Menorca ha avanzado en la carrera turística amenazando con dejar atrás a Mallorca o Ibiza, sus hermanas mayores en esto del turismo.
No debería extrañarnos si tenemos en cuenta la amplia oferta con la que cuenta la isla. Y esa oferta va mucho más allá de sus calas con aguas color turquesa. Se trata de la peculiar gestión que se ha llevado a cabo en la isla, de su equilibrio natural y del extremo cuidado con el que se han mantenido todos sus rincones.
Me sorprendió gratamente. Menorca. Es mágica, sencilla y cautivadora. Mi recomendación es visitarla en cualquier mes fuera de la masificación del verano. Diciembre, por qué no, podría ser el mes. Es cierto que no tendremos tan buen tiempo como en julio o agosto pero desde luego contaremos con la tranquilidad de poder disfrutar de todos sus secretos sin turistas. Basta con tener un cielo despejado para ver con claridad todas sus bellezas.
Menorca cuenta con impresionantes acantilados, grutas imposibles y humedales donde la vida vibra casi sin darnos cuenta. Parajes naturales por los que hacer algo de trekking o rutas por las que se puede descubrir una isla diferente más allá de la toalla y el bronceador. Cuenta con una importante superficie dedicada a la agricultura.
Muy recomendable el Cami d’en Kane, que debe su nombre a un militar irlandés, encargado de gobernar la isla en las dos épocas inglesas. Kane tuvo la culpa del cambio de capitalidad de Ciudadela a Mahón. Ese camino es recomendable porque transcurre por la zona más rural de la isla, con sus masías y sus vacas pastando. Así de idílica es Menorca.
Moverse por la isla balear es relativamente fácil. Una única carretera principal que la atraviesa de lado a lado, de Ciudadela a Mahón, y un entramado de caminos, pistas y carreteras secundarias que te llevarán a los diferentes pueblos. En ellos podrás disfrutar de una gastronomía rica. Sabrosos embutidos, quesos cremosos y una amplia oferta de pastelería, con sus cocas, (típicas ensaimadas) y sus bebidas más potentes como la pomada (ginebra destilada y limonada).
Desde 1993 es Reserva Natural de la Biosfera y no es para menos. Está muy protegida, muy limpia y extremadamente mimada por las autoridades. Muy tranquila y relajante. Al menos esa fue mi sensación. Sus pequeñas calas con fondos claros, arenas blancas y recoletos rincones te invitan a disfrutar en total conexión con la naturaleza.
Pequeñas zonas de baño como Macarella o Macarelleta, Cala en Turqueta, Son Bou, Son Saura….y así podría seguir hasta el infinito y más allá. Y todas tienen su encanto. Menorca respira, cual sinestesia extraña, con mi color preferido.
Los menorquines han tenido la suerte de beber de muchas y variadas culturas. Y se nota. Por su ubicación geopolíticamente estratégica, Menorca ha sido codiciada, cual perla del Mediterráneo por muchos países.
Ha sido propiedad de los ingleses, de los franceses, árabes, españoles….Y sus huellas han quedado marcadas a fuego en sus pueblos y en su forma de pensar. Desde los poblados talayóticos que abundan por toda la geografía isleña hasta las señoriales mansiones que se concentran en la antigua capital, Ciudadela.
Presumen de puertos. Uno de ellos el mayor muelle natural de toda Europa (y el segundo del mundo), en Mahón, elegante, distinguido y con embarcaciones que quitan el hipo. Precioso también el de Ciudadela, donde podrás dar uno de los paseos más bonitos de la ciudad.
La isla también cuenta con locales que invitan a pasar una noche diferente o a disfrutar de una puesta de sol con cierto aire chillout. Mi recomendación es Sa Cova d’en Xoroi. Una gruta natural diferente y única. Como aperitivo aquí les dejo el vídeo:
Rincones chulos que desde luego no dejarán indiferente a nadie. Menorca fue un gran descubrimiento pero muchos de sus secretos me los desveló un enamorado de la isla al cual estoy infinitamente agradecida. Muchos de tus consejos, Jordi, están aquí. GRACIAS.
Tienen canteras que han dado paso a espacios mágicos con magníficas acústicas como Líthica, tienen fábricas de calzado donde darte un capricho. No te irás de Menorca sin unas abarcas menorquinas, las típicas sandalias que todo el mundo lleva en la isla. Menorca es azul, azul macarella. Y todas sus tonalidades las tienes en el cielo y en el agua. Pero es una isla coqueta que también viste de blanco, sencilla y fresca.
«…Menorca respira, cual sinestesia extraña, con mi color preferido…»
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