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A vista de pájaro: Canal de Bejía

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Es uno de los lugares más impresionantes del Macizo de Anaga y desde luego no deja indiferente a nadie. Los Canales de Bejía forman parte de esos caminos que no están homologados como rutas y que, precisamente por eso, por estar prohibidos, tienen mayor atractivo y encanto.  Están cerca de Los Batanes pero nosotros optamos por completar el camino desde la Cruz del Carmen. Si optas por atravesarlos, será bajo tu responsabilidad.

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Riachuelo en Anaga

¿Cómo llegar?

Para llegar hasta allí optamos una vez más por la guagua, la 273, que sale del Intercambiador de La Laguna. Esta alternativa es más viable porque, de lo contrario, tendrían que organizarse con los coches. No es un camino circular. El inicio, en nuestro caso fue la Cruz del  Carmen y el destino fue la  Punta del Hidalgo

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Verodes enormes

Distancias en Bejía

El pateo conlleva aproximadamente unos 12 kilómetros que se hacen en una 5 o 6 horas. Lleven buen calzado, linterna para los tramos oscuros y la moral bien alta, además de escarpines por su fuera necesario por el agua acumulada en los canales.

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Canal por dentro

Se trata de una combinación de varias rutas y, a priori, se planteó como dura. Y constato que así fue. Hay algunos tramos en los que salvamos un desnivel de 700 metros así que, si no están un poco en forma, mejor desistir.  Dentro de las advertencias previas también hay que tener en cuenta dos cosas importantes: abstenerse aquellos caminantes con vértigo y cuidado los que tienen claustrofobia porque algunos tramos del canal son cubiertos y estrechos. Pero no anticipemos las sorpresas.

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En algunos puntos te tienes que agachar un poco

Un sendero verde

Arrancamos por el camino que parte a la izquierda del restaurante de La Cruz del Carmen. Iniciamos, muy temprano, el recorrido por un sendero  muy frondoso, verde y húmedo. El suelo es relativamente fácil salvo por ciertos tramos resbaladizos.  Pasamos de largo por el cartel que te indica la ruta de la Hija Cambada. Luego hay un pequeño desvío a la derecha que tendremos que tomar. Nosotros seguimos el descenso hasta llegar a una pista de tierra en la que otra señalización te indicará hacia Los Batanes. Ese es el primer objetivo, que viene a ser, justo la mitad del camino. Seguimos la bajada, un poco más pronunciada, en la que nuestras rodillas se van a resentir un poco. Como en otros rincones de Anaga, nos encontraremos una especie de escalera de piedra natural que te permite ir bajando, no  sin cierta dificultad. Volvemos a aterrizar en otra carretera secundaria. La idea es bajar al Barranco para intentar llegar a la plaza de El Batán.

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Salvo para conectar con los canales, el resto está bien señalizado

Será un punto en el que, igual que nosotros, se pararán para tomar resuello. El aspecto de la vegetación comienza a cambiar de forma radical. Atrás dejamos la laurisilva con sus gigantes árboles y sus importantes humedales. Nos adentramos en una pista de tierra en la que aparecen  mayor cantidad de flores, cañaverales y también muchas huertas que están cultivadas con papas, naranjas y otros productos. Cuidado aquí, porque corremos el riesgo de dejarnos embelesar por la belleza del lugar, desviarnos de la pista, casi sin darnos cuenta, y, como nos pasó a nosotros, perdernos. 

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El bar del Batán vende lo mismo caramelos que relajante muscular

Paseo durillo

El objetivo, y eso hay que tenerlo claro, es El Batán. Nosotros tuvimos que cruzar el Barranco del Río de La Punta, que no estuvo mal, y luego atravesar un túnel excavado en piedra natural, y ciego,  que ya te dirige directamente al barrio.  Gracias a esta equivocación “disfrutamos” de unas buenas escaleras y también de un pequeño riachuelo.  Luego, ya por un camino de cemento color crema comienza el ascenso del barranco, una subida que te deja con la lengua por fuera antes de llegar a nuestra primera parada importante.

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Escaleras que bajan al Barranco del Riachuelo de la Punta

El Batán recibe este nombre porque así se llamaban las piedras de lavar en las que se enjuagaban la lana con el agua del riachuelo que les dije antes. Es un barrio cuco, alejado del ruido, de la civilización y, como todos los pueblitos ubicados en Anaga, tiene su placita, su iglesia y su magnífico paisaje de montañas y barrancos. Aquí tienen la posibilidad de tomarse un tentempié en el bar o de reponer fuerzas con “ropavieja” sentados al abrigo del muro de la iglesia. Cualquier cosa que te comas te va a saber a gloria bendita después de los kilómetros recorridos a pie.  En el bar también venden relajante muscular, por si llegas muy reventado. Si llego a saber lo que tuve que subir después hubiera comprado la caja entera porque desde que inicias el ascenso, con origen Batán de Abajo para dirigirte a la Punta del Hidalgo, el camino se convierte en una tortura china para romper las canillas. Las escaleras para subir a la cúpula del Duomo en Florencia, esta vez se quedaron cortas. Con el cansancio acumulado  horas atrás y el estómago lleno….uff ¡cómo costó aquel tramo!. Cuando llegamos a sitio estable, brincamos literalmente de la emoción.

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Escaleras que suben a Bejía

El sendero te da una tregua y discurre sin inclinación y por un lugar protegido por unas vallas un tanto rústicas. Ese tramo, que conecta El Batán de Abajo y Bejía te permitirá otear el Barranco del Tomadero. En esa zona hay gran vegetación con verodes. Seguimos todo el camino y llegamos hasta una nueva carretera asfaltada que tendremos que seguir en busca del inicio del canal. Atención porque no es fácil de encontrar. El principio está un poco escondido y casi protegido por un macho cabrío negro que nos salió al paso cual demonio protector del infierno. Vaya con el bicho, fuerte susto nos metió.

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Sí. Está prohibido pasar por el canal de Bejía

Una vez resuelto el tema del animal encontrarás el principio de la atarjea. Desde ese instante hasta el final, mucho ojo con los pies, con el barro, los charcos y con el equilibrio porque se trata de un tramo peligroso. Podrán ir por dentro, con o sin agua, y también por el muro que delimita el canal. En algunos casos tendrán que caminar por fuera porque la vegetación se ha apropiado del espacio propio de la canalización. Al ratito de empezar a dar pasos nos encontraremos el primer tramo de canal cubierto. Si tienen claustrofobia lo único que les puedo decir, para consolarlos, es que son apenas 5 minutos, no es estrecho y, aunque, no se ve el final, el trayecto es llevadero y no se encontrarán ningún obstáculo. Si se sienten agobiados, caminar a tope y pasar el mal rato lo antes posible. Yo me acordé de la familia de alguno cuando se pararon en el interior del canal a sacarse fotos. Lo reconozco. Luego se me olvidó.

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Con el equipo de Km52 Nature

No sentirán sensación de ahogo porque durante todo el tiempo hay una corriente de aire fresco que alivia bastante. Más de la cuenta diría yo. Alguno que otro se llevó un dolorcito de garganta. El primero de los tramos es el peor. El resto tienes aberturas, se ve la luz del final y resultan mucho más cómodos. Todos y cada uno tienen sus nombres peculiares. Pero la verdad es que yo no lo recuerdo. Había uno que era el Canal del Agachado, imaginen por qué. A partir de este primer tramo, la belleza del lugar te hace olvidar el mal trago anterior. Ahora comienza lo complicado para los que tengan vértigo. La altura es impresionante y tu eres un simple machanguito que camina al filo de la caída. 

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Una verdadera maravilla no apto para los que tienen vértigo

Cuidado con los canales

Una vez acabado el canal, unos 40 minutos después, tendrás ciertas dudas sobre el camino a elegir. Pero basta con mirar con detenimiento y verás un sendero de tierra que baja un barranquillo y vuelve a subir hasta llegar a la civilización. El cartel que prohíbe  el acceso al canal te servirá de despedida. Llegará a una carretera super pronunciada en la que te dejarás, sí o sí, las rodillas. Es la Bajada de Homicián.

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Barranco del Riachuelo

Haciendo kilómetros

Serán unos 4 kilómetros más. De ahí hasta llegar a la Punta del Hidalgo todo es bajada……tardarás al menos una hora más en llegar. No te olvides que llevas acumulado todo el cansancio del día, las experiencias fuertes, las risas, la claustrofobia, el vértigo, el macho cabrío desafiante…en fin. Cuando te quitas las botas y te lanzas al agua fría del mar se te pasa todo y cuando ya te tomas tu cañita fresca con unos camarones, la amnesia se apodera de ti y te deja en estado catatónico.  Se te olvida el mal trago y solo estás deseando repetir sendero y planificar nuevas rutas para descubrir rincones espectaculares. Esta vez, y de nuevo les he robado algunas fotos, el pateo lo hicimos con los chicos de Km52 Nature.

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«…los Canales de Bejía forman parte de esos caminos que no están homologados como rutas…»

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