Singapur es sinónimo de modernidad en Asia. Antes de visitar la ciudad, muchas personas, que ya habían viajado antes a este lugar, me insistían: » No más de tres días, Lidia, no más de tres días». Es una ciudad de extraño aspecto frío para estar ubicada en el sudeste asiático pero no deja de tener su encanto. Es una mestura inconexa de innovación y de tecnología puntera mezclada con tradición, con diferentes culturas y con cierto subdesarrollo. Tiene el sabor de las ciudades de la zona, con su contaminación, acrecentada con la humedad del ambiente pero también tiene el encanto de lo oriental. Nos habían advertido: prohibido chicles, prohibido motocicletas, prohibido basura en el suelo…Singapur es el país de las aparentes prohibiciones. Nos habían metido bastante miedo pero nosotras encontramos una ciudad limpia, pulcra, cuidada, sobre todo la parte de los rascacielos. Y tampoco vimos tanta policía como para controlar quién tira o no un chicle a la calle.
Vuelo con Qatar Airways con destino Singapur con escala en Doha. El precio estaba muy barato 550 euros. El trayecto hasta Doha duro 6 horas y media. El aeropuerto de Doha está muy bien preparado, con conexión wifi y con unas mesas interminables con ordenadores MAC. Todo un lujo. También tienen unas áreas muy bien preparadas para pasar un par de horas de escala, con unos sillones cómodos donde se puede descansar. De Doha a Singapur tardamos 8 horas. Son dos trayectos muy cómodos, con comida y cine a todas horas en ese interminable avión.
El aeropuerto de Singapur, Changi, está muy bien. Es cómodo para un viajero que aterriza aturdido tras tremendo trayecto. Tuvimos que coger tren para salir de las instalaciones y luego un metro hasta el centro. Todo está muy bien señalizado. La parada con la que hay que quedarse en Tanah Merah. Se trata de la línea verde. Cambiamos algo de dinero para tener en Singapur. El trayecto hasta el centro nos costó 2,50 dólares. Teníamos reservadas dos noches en un homestay en la zona de la Bahía del Marina Bay. Su nombre es “5 Foot Way in boat Quay” (www.5footwayinn.com) . Este hostel, céntrico, nos costó 94 dolares entre las dos, más 20 dolares que tuvimos que poner para tener acceso a la taquilla (box). La habitación era compartida entre 4 personas. Con literas. No está mal para pasar un par de noches pero era bastante agobiante. Tipo zulo, sin ventanas y con tan solo aire acondicionado (una ventana por favor). Estuvo genial la experiencia porque compartimos con una japonesa y una griega. Nuestra primera toma de contacto con el inglés. O hablas, o te aíslas.
El homestay está muy bien ubicado en la zona de Clark Quay. Desayuno incluido. Nada del otro mundo pero fruta y café no faltaron (aunque la mantequilla estaba un poco rancia, la verdad). Mejor apostar por la crema de cacahuete (una bomba de relojería no apta para quien lleva la mitad de su vida a dieta) . La mayor incomodidad fue el baño, que era compartido y que estaban dos plantas más abajo y, como dije antes, las habitaciones no tienen ventilación natural.
Lo que se llama literalmente un nicho de cementerio. No apto para algunos con claustrofobia. Según la que te toque, pueden oler a humedad a pesar del aire acondicionado. La zona en la que está ubicado, eso sí, y aquí están las ventajas, tiene muchísimos restaurantes y bares y además está cerca de una parada del metro. Está justo al lado del río. Primera toma de contacto y cena, no es de lo más recomendable, en un MacDonald (cuando hay hambre….).
Mapa en mano, decidimos buscar las dos principales atracciones de la ciudad: el barrio chino y el barrio indio. El segundo lo descubriríamos muchísimo mejor al final del viaje. Pasamos por el barrio árabe, con pequeñas tiendas y numerosos restaurantes además de una mezquita. También visitamos el Barrio Chino donde es muy recomendable comer. El pato está riquísimo y, acompañado por tallarines o arroz, puede suponer un plato contundente y nutritivo. Bueno y barato. En este punto, muy cerca de Clark Quay, hay mercadillo chino. No faltan baratijas, palillos, en fin….cualquier cosa. En ese trayecto visitamos también un Templo Budista al que entras gratis y en el que, en varias plantas, puedes conocer los detalles de la religión, comprar algún detalle o pasear por un jardín con orquídeas y plantas. Esta zona verde está en la tercera planta (bien les gusta un jardín en las alturas).
En nuestro recorrido por Singapur nos encontramos con las calles completamente cerradas porque se estaba preparando el circuito urbano de Fórmula 1. Espectacular poder pasear por muchas calles sin tráfico. La ciudad cerrada para nosotras. ¡Genial! En ese paseo incluimos la principal autopista que va hacia el hotel Marina Bay. Se trata de uno de los edificios más conocidos del mundo por tener en su parte alta una piscina, la ubicada a más altura del mundo, dicen. Alucinante la vista a la luz del sol y también de noche. Todos los días, por cierto, a las 21:30 horas se monta un tremendo espectáculo de luz, música y color. Lo mejor es verlo desde un poco lejos para tener un poco de perspectiva. Si quieren disfrutar de el desde más cerca, hay una plataforma justo delante del hotel, donde además se encuentra un Centro Comercial con marcas muy caras.
Otra visita alternativa es la isla de Sentosa. Se trata de un parque de atracciones a lo grande. Para llegar hasta allí cogimos un tren monorrail por 4 dolares I/V. El ticket es válido para un día. En el camino, 5 minutos, no perderse la vista del Puerto de Singapur, uno de los mayores del mundo. Está ideal para ir con niños. Hay de todo lo que se puedan imaginar incluido hoteles y playas totalmente artificiales. Han construido un paraíso de plástico en una isla.
El monorrail tiene 4 paradas en la isla. Cada una de ellas es monotemática. Vale la pena verlas todas. Incluso hay un teatro. También hay 7 Eleven, como en el resto de la ciudad. Muy barata opción para comprar algo para comer o agua (1,80 dolares). Comida y bebida en el Barrio Chino (9,50 +3,50 dolares). Cena en McDonald 15 dolares. Luego ya nos cogimos un avión para viajar a Indonesia. Teníamos el billete comprado desde España, pero eso ya pertenece a otra entrada que si quieren está a tu disposición …..¡¡en este mismo blog!!
En nuestra última parada antes de volver a casa y procedentes de la isla indonesia de Bali, volvimos a elegir la estancia en el Homestay 5 Foot in Boat. Es el mismo en el que nos habíamos alojado al principio de mes. Pero esta vez nos pillamos una habitación para 2, sin compartir. Un zulo. Totalmente claustrofóbico. Un ejemplo: podías tocar la puerta de entrada mientras estabas descansando sobre la cama. Una litera con dos camas y dos taquillas: una magnífica decoración marcada por el estilo y la comodidad-MODO IRÓNICO ON-. Sin ventana, sin aire natural y con humedad. Y no fue barato. 70 dolares “singapurienses”. Son los «pequeños» inconvenientes que encuentras cuando viajas y que luego recuerdas, incluso, con gracia.
Ese día subimos al Marina Bay. El hotel con la piscina más alta del mundo. Nos costó acceder a la parte alta 23 dolares cada una. Se puede subir de 9:30 a 22:00 horas. Solo para ver la vista. Vale la pena. Pero solo tienes acceso a una esquina de la terraza. La piscina se ve de lejos. No te dejan sentarte en el suelo. Sacas fotos, ves el skyline al atardecer y si quieres, puedes tomar algo en un bar y comprar algún recuerdo. Desde arriba también se puede ver el Jardín Marina Bay (algo que quedó pendiente-nos estaba yo en las mejores condiciones para seguir dando chola).
Este espacio, que se ve desde la parte alta del Marina Bay, está diseñado con una aspecto original y chinesco. Puedes pasarte unas buenas horas analizando con detalle todos los rincones de la ciudad desde arriba). Si te aventuras a subir, por supuesto en súper ascensor, también hay otra cafetería a la que solo tienen acceso los clientes del hotel, se trata del Kudeta (recordar que hay otro en Bali). Se trata de un bar pijo pijo pijo.
Otro punto recomendable en Singapur es el Barrio Indio. Sin desearlo te introduces en un mundo distinto. Es como si de repente saltaras a Bombay sin enterarte del trayecto. Hay mercadillos, mercados de abasto, casas multicolores, olor a especias, santuarios, templos, costumbres e hindúes por todas partes. Lo mismo ocurre si en el mismo día saltas al Barrio Chino, donde comer es baratísimo (recomendable el pato, disculpen que insista…rico rico) y el Barrio Árabe, donde los cánticos del imán te trasladan en un pis pas a Turquía, Marruecos o cualquier mezquita musulmana.
Singapur vale la pena visitarla al menos un par de días. Es un crisol de culturas, religiones, todo mezclado en medio de una gran ciudad, con rascacielos y una limpieza extrema en sus calles y jardines. La gente en Singapur es también una mezcla pero tienen la mayoría aspecto de orientales, de chinos, nos son tan exóticos como en el más al sur.
Zona de Clark Quay. Centro comercial y zona de bares donde tomar algo a la ribera del Río. Llegó el final. nos vamos al aeropuerto. Se acaba la aventura. Retrocedemos sobre nuestros pasos. Mucho ojo con las escalas que te marcan los billetes. En muchas ocasiones el trastorno de los horarios hace que lo que pensabas que eras 3 horas de escala se conviertan en 40 minutos.
1 EURO=1,50 DOLARES (SGD)
«…una mestura inconexa de innovación y de tecnología puntera mezclada con tradición…«
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