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Ventanitas excavadas en plena roca. Parecen naturales pero nada más lejos de la realidad. Son las huellas de un esfuerzo sobrehumano que tuvieron que sufrir aquellos que hicieron este canal de agua que se eleva  a más de 1000 metros sobre el nivel del mar y que, tras el paso del tiempo, forma parte de los vestigios de un pasado no tan lejano que nos habla del trabajo y del agua, un bien tan preciado en nuestras islas. Las ventanas de la galería de Güímar se hicieron para que entrara luz en los túneles y para ir tirando los restos de piedras y tierra fruto de la excavación que se iba realizando. Me resulta muy curioso que ese canal de agua nunca entrara en funcionamiento, con lo dura que tuvo que ser su construcción.

MIL VENTANAS DE GÜÍMAR

Durante la mayoría de los canales verás las ventanas

Las Ventanas de Güímar es una caminata no apta ni para aquellos que sufren vértigo ni para los que tienen claustrofobia. El camino en sí, no es duro. Solo los momentos del inicio y el final pueden ocasionarnos alguna que otra fatiga y gota de sudor. De resto, ya les digo, pan comido….eso sí, siempre con un riesgo que está latente durante todo el trayecto. Riesgo de caer al vacío como si fuéramos un papel. Tanto es así, que desde un principio hay que dejar claro que este sendero no está homologado, que si ocurre una desgracia y tienen que ir a socorrernos tendremos que desembolsar una pasta gansa al 112 y que, desde luego, desde el ayuntamiento se desaconseja su paso por dos razones. Una, el evidente peligro y otra, es una propiedad privada y se nos puede acusar de un delito. Dicho esto y advertido el personal……palante.

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Pista de tierra justo después de las antenas y antes del sendero

El punto de referencia para llegar hasta la zona de arranque es el Mirador de Don Martín. En este pueblo del sur de Tenerife,  todo el mundo lo conoce. Está en la carretera TF-28. Pueden dejar ahí los coches o por lo contrario, si tienen un buen motor y no van demasiado cargados, pueden acercarse un poco más arriba cerca de una zona señalada con unas torretas de comunicaciones que no tienen pérdida.

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Cartel que advierte del peligro de caída

Estamos en la Pista de Anocheza. Subida pronunciada. Dejamos los coches al final del camino, en los márgenes de la senda. Comenzamos el ascenso y durante unos 30 minutos la pendiente será considerable hasta llegar a la zona de las antenas. Las pasamos y encontramos una pista de tierra muy agradable, ya en llano, con vegetación y algunos árboles que nos permiten sombra. La entrada al sendero donde hallaremos las mil ventanas, la encontraremos a mano derecha. Unos carteles nos advierten del peligro de caer al vacío. Y como no les bastaba con uno, han puesto dos. Después el sendero es estrecho y lleno de maleza. Ojo si vas a llevar pantalón corto. Mejor lo dejas para la playa. Hay muchas zarzas que te arañan las piernas y también los brazos.

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Otro cartel, por si te falta información…

Pero… ¿y dónde nos vamos a encontrar la primera entrada al canal?. Sabemos que vamos por el camino correcto porque encontraremos una pala excavadora accidentada en el margen del barranco. Se despeñó en 2005. Todos nos preguntamos qué ocurrió con el conductor pero nadie sabe a ciencia cierta si sobrevivió al siniestro o si, milagrosamente, se salvó de tan desastrosa caída. Será cuestión de buscar el resultado. El caso es que ahí, después de ver los restos del amasijo de hierro color amarillo, comienza el canal y en este punto ya no hay otra vía válida.

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La verdad es que no conté las ventanas….¿y tu?

Hasta la primera entrada de la canalización veremos algunos tramos del citado canal en desuso. Mucho cuidado porque en algunos lugares el riesgo de caída es importante. Las vistas son tan maravillosas como alta es la posibilidad de caer por el precipicio. Recomendación para todo el día: las fotos y los celajes, mejor parados y con los pies estables.

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Si te encuentras esta pala, vas bien…

En el momento en el que entramos en el canal de agua tendremos que encender la linterna o el frontal. Los primeros canales no tienen ventanas al exterior con lo cual, si tenemos claustrofobia, es mejor tirar para adelante sin pensar en lo que dejamos atrás. La sensación de ahogo puede ser mayor si tenemos en cuenta que en la mayoría del trayecto tienes que ir semiagachado para evitar darte golpes en la cabeza. Una buena recomendación sería llevar casco. Tendrás la opción de ir por dentro del canal o por fuera, pero según la época del año en la que hagas este paseo de trekking, el canal puede tener algo de agua o barro en el interior.

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La mayoría de los tramos del canal tienen luz natural

Desde que dejas el primero de los túneles atrás comenzará una sucesión de tramos con entradas y salidas. En algunos te surge la duda de si vas o no por el camino correcto pero si aplicas la lógica no tendrás pérdida. En la mayoría de los túneles hay números pintados de color rojo que te van indicando, pienso, la numeración de cada uno de ellos. Si no recuerdo mal, creo que llegaba hasta el 10 u 11. Tan solo dos o tres están totalmente a oscuras porque no se atisba el final. Y el último de todos, el que cruza de un barranco a otro, da un poco de miedito porque es sinuoso y no se aprecia nada de luz. Pero es más de lo que parece que la realidad, y lo dice una claustrofóbica postmadura.

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Una canalización de agua…

Justo en la mitad del trayecto total del canal te encuentras una maravilla de fuga cortada en vertical que es conocida como los Cuatro Reales. Es realmente impresionante. Miras para arriba y casi te cuesta girar el cuello (dolorido por cierto, tras ir encorvado gran parte del camino). Desafías con tu mirada al vacío y casi te da miedo perder el equilibrio: apenas se ve el fondo del barranco. «¡¡¡Dale al REC en la retina y sigue el camino, niña, que tienes que volver a casa!!!».

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Impresionante la fuga de los Cuatro Reales

En el interior del canal, por lo general, se puede respirar muy bien, incluso la temperatura es más agradable que en el exterior. Fresca y húmeda, con lo cual, muchísimas moscas se apelotonan en las bocas de entrada y salida. No se asusten con los enjambres, no sea que se vayan montaña abajo.

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Riesgo de caída constante

Después del último tramo subterráneo continuamos guiándonos por el canal pero esta vez al aire libre. Cambia el paisaje y algunos pinos dan sombra. La atajea está derruida a trozos así que estaremos entrando y saliendo de la misma de forma contínua. Es el tramo de Las Coloradas. Habremos dejado atrás el famoso y «asustadizo» Barranco de Badajoz y el Barranco del Agua.

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Paisaje espectacular

Entre una cosa y otra, tendremos que hacer unos 7 kilómetros de túneles y si sumamos los accesos, pues la distancia se incrementa hasta posiblemente, unos 14 kilómetros (pero no lo recuerdo con exactitud). Una vez acaba el canal de agua llegamos a una zona donde podemos descansar un poco (y más vale que lo hagamos) porque lo que queda en el descenso es lo peor. Se trata de un camino de cabras con muchas piedras y un desnivel considerable que, por un par de horas, nos tendrá bajando hasta el pueblo de Güímar. Pobres deditos de mis pies.

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Con un poco de suerte, si despeja, un mirador natural

También tendremos la opción de volver y desandar el camino pero nosotros optamos por la bajada matadora, la Vera del Barranco. Un trayecto en el que tendremos piedras, escaleras naturales, tierra, polvo, un estanque de agua y varios canales hidráulicos en la llamada Hidro de Güímar (donde antiguamente se generaba electricidad para el pueblo). Un buen rato interminable e infinito hasta llegar hasta el ayuntamiento güimarero. Allí fue donde dejamos una nave nodriza que luego nos llevaría a recoger el resto de coches que se quedaron en la pista de Anocheza. Pasaremos previamente por el Barrio de la Hoya

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Pequeñas ventanas …¡para respirar!

Cuando hicimos este pateo el Cabildo de Tenerife se estaba planteando incluir este sendero en la red homologada pero no se yo….creo que entraña mucho riesgo para las administraciones públicas. No me imagino este sendero en plena naturaleza repleta de senderistas y caminantes…..la verdad es que no, salvo que sea guiada y no apta para determinado tipo de público.

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«…una maravilla de fuga cortada en vertical que es conocida como los Cuatro Reales…»

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