Coron es una de las islas de más difícil acceso en Filipinas. Tiene aeropuerto y muelle pero cuando la meteorología no acompaña, puede resultar un poco complicado acceder a esta isla. Por eso precisamente es de las más atractivas. Para mí, en particular, fue el mejor lugar de todo el país que conocí y reconozco que me supo a muy poco. Hubiera permanecido algún tiempo más en ella pero un duro tifón no lo permitió. Aún así, me quedé con lo mejor del lugar.
En nuestro caso veníamos procedentes de El Nido. Tuvimos la suerte de casi estrenar un barco nuevo, el Montenegro, que ha logrado reducir de forma muy cómoda el trayecto a tan solo 3 horas y pico. Cuesta 1500 Pesos, más caro que las otras alternativas, pero sin duda, mucho más ventajoso. A la isla se puede entrar por mar y por aire. Para acceder en avión tienes el Aeropuerto Francisco B. Reyes, un aeródromo muy chiquitito que cuenta, además con líneas aéreas tan locales como AirJuan (la primera vez que lo veía). También opera Cebu Pacific. Viajar desde Coron hasta Manila nos costó 63 euros con Philippines Airlines.
Nos alojamos en Coron Town, que es algo así como la capital de la isla de Busuanga. No confundir con la isla de Coron que está justo enfrente. La ciudad es muy pequeña. Con apenas tres o cuatro calles principales. Es un pueblo diminuto con mucha actividad en la que los vecinos viven de dos cosas principalmente: el turismo y la pesca. Desde que salimos de España ya sabíamos dónde íbamos a dormir en Coron. Kalachuchi Hostel. No teníamos ninguna duda porque, además de estar regentado por Irine y Abraham, un canario de La Gomera, nos daba muy buenas vibraciones, como finalmente ocurrió.
Coron está al norte de Palawan y pertenece al Archipiélago de las Calamianes y precisamente su mayor atractivo es el paisaje que deja los pasillos de agua entre la gran cantidad de islitas. Eso, junto a los fondos marinos, hacen de este punto del planeta, uno de los rincones más paradisíacos que haya visto nunca. No está masificado, al menos no aún, y lo percibes nada más bajar del barco porque la población apenas entiende el inglés. O no de forma generalizada como en la mayoría del país. Los filipinos de Coron son muy amables.
¿Cosas que hacer en la ciudad hasta que decidas qué tour (para el island hopping) quieres reservar?. A pesar de que la town es diminuta, tiene algunas cositas interesantes como por ejemplo subir al Mirador del Monte Tapyas. No olvides un litro de agua porque los 720 escalones a las 4 de la tarde fueron mortales de necesidad. Si no estás en forma, mejor ir parando por el camino. Subida muy pronunciada y difícil que compensa con la belleza de las vistas que te encuentras al llegar. Los bancos, arriba, están pensados para que des la espalda al paisaje (por su ubicación) así que tendrás que permanecer un poco más de pie. Desde arriba se ven un montón de pequeñas islitas mientras escuchas, como si fueras un pájaro, el bullicio propio del pueblo. Los barcos que llegan, los niños que salen de la escuela….tengo ese sonido grabado en mi memoria a la perfección.
Después, cuando bajen, nada mejor que disfrutar del atardecer en la Bahía de Coron. Nunca en mi vida he visto unas nubes tan peculiares como aquellas. Justo cuando cae el sol, comienzan a llegar las desvencijadas barcas que hacen los trayectos turísticos. Dejan a los turistas en tierra después de haber disfrutado de un día maravilloso.
En Coron se pueden hacer hasta 6 tours distintos de varios precios pero casi todos incluyen comida. Nosotros optamos por el Ultimate Tour que nos llevaría a 7 puntos distintos. Siete Pecados, Kayangan Lake, Twin Lagoon, Smith Beach, Skeleton Wreck, Las Islas de Coral y CYC Beach. Nos costó 1.500 Pesos por persona.
Siete Pecados es, dicen, uno de los mejores lugares para bucear. Lo que es un pecado es estar ahí y no ponerte al menos las gafas acuáticas para ver la maravilla que hay bajo el mar. A riesgo, eso sí, como nos pasó, de llevarte la picadura de medusas diminutas y transparentes que estaban en todas partes. Es un parque marino y protegido formado por la típica piedra kárstica, moldeada por el paso del tiempo y del agua. Y sí. Son siete roques.
Kayangan Lake es la crème de la crème. La bomba, el must, ese lugar al que llegas y te quedas como un pasmarote intentando descubrir si estás ante una postal o un óleo de colores turquesa. Para acceder a ella tendrás que subir una pendiente pronunciada, con barro, y resbaladiza en algunos tramos. Pero cuando llegas, después de 10 o 15 minutos, y te sumerges en sus aguas, mitad salada mitad dulce, te pones las gafas y ves el fondo…..Buffff. No he estado en la luna pero es algo así como un paisaje lunar bajo un fondo del mar donde apenas hay vida, solo unos pescaditos adaptados al medio. Hay una pasarela de madera y en una de las paredes, ubicada a la izquierda, hay una cueva no apta para claustrofóbico máximo grado. Yo como aún estoy en un grado medio…..me atreví, no sin antes tomar mis precauciones. Alucinante. Llevar repelente porque hay mucho mosquito. Saldrás con alguna picadura.
Twin Lagoon. Como su propio nombre indica se trata de dos lagos gemelos conectados por un hueco en la roca o por una escalera que sube y baja. Un es azul y el otro verde. Se trata de una formación caprichosa en una isla que no debes dejar de ver. Es una sensación rara porque según donde te encuentres tendrás una temperatura u otra. en la segunda laguna me costó mucho avanzar por la diferencia de salinidad. No paras de mirar hacia las paredes. Espectacular.
En Skeleton Wreck podrás ver los restos de un pecio japonés. Yo logré ver solo la proa porque había mucha gente, el agua no estaba muy clara y la verdad, entre tanto oriental que no sabía nadar, los chalecos y todo su atrevimiento, me agobié un poco y volví al barco porque ya estaba arrugada de tanta agua.
La Smith Beach es la isla donde suelen parar para servir la comida. Es una playa pequeña, un paraíso diminuto de arenas blancas y merenderos donde los turistas se sientan a comer. Poco más. Bueno sí. Servicios y baños donde hacer pis-pos autóctonos y curiosos de esos que se merecen alguna foto. Fue la última playa que visité en Filipinas y por eso hice acopio de algunas conchitas de recuerdo para la colección de mi jarrón del baño en el que guardo caparazones, nácar, coral y restos de moluscos de varias partes del mundo.
Tuvimos serios problemas para sacar dinero en los cajeros de Coron Town. Había 3 bancos, si no recuerdo mal, y en ninguno de ellos pudimos extraer. Recomendación número 1: llevar dinero suficiente. Me quedé prendada de un bolso, que no he vuelto a ver nunca más, en Coron y por no tener dinero suficiente no pude comprarlo ( y era barato joer). No. Tampoco pude pagarlo con tarjeta de crédito. Apenas usan el datáfono porque se corta la luz con mucha frecuencia. Otra cuestión que me resultó muy graciosa es que la recogida de los residuos (el camión de la basura) lleva una música incorporada que avisa a los vecinos para que saquen las bolsas. Es una melodía repetitiva, pegadiza y con una única palabra en español: «basura». Curioso, curioso. Tanto o más que el velatorio en plena calle que nos encontramos en la carretera que se dirige al hospital. Su féretro, su información, sus sillas, su cruz, sus flores…todo normal si no tenemos en cuenta que el duelo se llevaba a cabo en el margen de la carretera y, al parecer, allí llevaba el muerto varios días.
Para comer hay bastantes opciones, ricas y baratas. Muchísimas tiendas para comprar comida y bebida; restaurantes y bares variados. Recomendamos el Levine,s Restaurant, que tiene un comedor en la parte alta con muy buenas vistas, con comida vegetariana y wifi rápida. Otra alternativa, más occidental es una pizzería que está en el centro. Pregunten por ella porque, sinceramente, se nos fue la luz en la cena y me olvidé de preguntar el nombre. Rica rica. Abraham sabe llevarles seguro.
Ojo, ya les dije antes, con la electricidad. Suelen registrarse cortes en el fluido eléctrico. Lleven una linterna para caminar de noche, por si acaso.
«…fue el mejor lugar de todo el país que conocí…»
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